Los laureles no llegan a quienes se sientan a esperarlos.
Hace unos días, mientras ojeaba las posibilidades para promocionar mi ebook, me topé con una página que hacía lo mismo con un libro de temática similar. Tenía casi diez veces los "Me gusta" de mi página, así que entré a ver sus "cómo". Revisando los datos, me topé con el hecho que el proyecto era casi tan viejo como el mismo Facebook, si no más. Más de diez años.
Por supuesto, la página fue creada algunos años después que apareciese esa red social, pero eso no era lo importante. Lo que llamó mi atención fue que no se quedaron quietos en una simple página de Facebook: subían extras, bosquejos, imágenes, textos. Mantenían el interés en esa página, anunciando las novedades y manteniéndose en el radar de quienes les seguían.
Hace unos días, chateando con un igual creativo, me di cuenta que no éramos iguales. Además de la obviedad de ser dos personas distintas, teníamos maneras diferentes de enforcar nuestra creatividad, y qué hacer con ella. Ambos tenemos el mismo nivel de creatividad, pero él es una gran roca inmóvil que se vuelve arena con el paso del viento, y yo una lluvia de piedras.
Él no desea poner las reglas de su mundo por escrito, sus historias en letras, sus personajes en palabras. Todo está en su cabeza y allí morirá: le he propuesto el ponerlo en otor formato que no sea su cerebro, pero no parece entusiasmado con la idea. Quizás esté feliz así, o quizás haya otros motivos que desconozco (o que no pondré por aquí).
Yo intento llegar a ser eso que tantas otras personas fueron -y son- para mí: inspiración.
De paso, el poder vivir de esto y ser la nueva JK Rowling o Andrew Hussie no estaría nada mal, para ser sincera. Y que filmen todo en mi ciudad y que se vuelva la más importante del país y que me digan mis lectoras/es lo bien que les hizo leer mis textos y... Bueno, eso también sería genial, y por esto estoy andando. Por eso me estoy moviendo.
Puede que mi primer intento no llegue a nada, o que esté en el momento indicado en el lugar indicado. O algo en el medio, quién os dice. Pero sin importar cuán grande sea tu creatividad o imaginación, si sólo lo entierras en el suelo, de poco provecho será para el mundo (hablando de la parábola de los esclavos y los talentos). Mi colega comparte su mundo con un selecto grupo desde hace años, y cada vez que habla sobre su multiverso siento que hay una saga genial allí. Una saga que no se moverá más allá del círculo donde él lo ha llevado.
Cada quien tiene derecho a hacer con su multiverso, ese que está aunque sea como concepto dentro de ti, lo que le plazca. Yo me muevo. Si quieres plantarte, sin moverte de la silla, allá tú. Nunca sabrás cuántas vidas podrías haber mejorado, aunque nunca te enteres, en el mundo en el que vives. Muchas personas que me han inspirado nunca lo supieron, y algunas de ellas siguen con vida.
A poner la OST de Homestuck, Stevens Universe, Assassins Creed y Memorias de una geisha, y a pulir esta belleza. Que con lamentos no se hace una leyenda.
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